sábado, 2 de enero de 2010

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Después de pagar el taxi en la puerta de casa, metí las llaves en la cerradura y crucé el pasillo hasta nuestro dormitorio donde me quedé de pie. Encendí la luz y estuve observando a Hotaru. Su pecho se hinchaba y se desinflaba de forma rítmica.

A continuación salí del cuarto y entré al otro dormitorio, el de color rosa.

Allí pasé la noche.

Antes de dormirme releí un pasaje de “Teoría de la inconsistencia y de los procesos inacabados” de Yasujiro Kawamura:

Las palabras no significan nada o, sencillamente, se pierden. El lenguaje siempre comunica algo diferente a su propósito inicial, original. Hay predominio del ruido o de la interferencia: El ruido es todo aquello que no se dice; la interferencia es el filtro (o el vicio) que el oyente o el lector emplea a la hora de interpretar cualquier comunicación”.

Afuera seguía lloviendo y las formas se desdibujaban en tonos grises. Yo, en cambio, soñé que la luz invadía la habitación.

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